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Blog Levante Clinic Group

24 Mayo, 2019

Por Dra. Laura Berbegal de Gracia

Fotoprotección

 

El sol es necesario para la vida, aporta sensación de bienestar, controla los ciclos de sueño y además nos ayuda a sintetizar la vitamina D. Pero a pesar de sus indudables beneficios, no debemos olvidar que puede tener efectos perjudiciales en nuestra piel. Todo ello ha justificado el desarrollo de medidas dirigidas a minimizar esos efectos nocivos, conocidas como fotoprotección, que serán el motivo del presente artículo.

 

¿Cómo afectan los rayos Ultravioleta (UV) a nuestra piel?
Los rayos UV dañan a los queratinocitos y a los melanocitos de nuestra piel, y alteran las defensas cutáneas. Entre otros, provocan mutaciones del ADN y la formación de radicales libres que conducen a daños celulares irreversibles. A pesar de los mecanismos de reparación celular, la acumulación de estas lesiones puede ocasionar lesiones cutáneas precancerosas, como las queratosis actínicas, o cánceres cutáneos como carcinomas basocelulares, espinocelulares y melanoma.

Además de inducir la carcinogénesis, la exposición solar también se ha identificado como un factor de riesgo para el desarrollo fotodermatosis (erupción polimorfa lumínica, lupus, urticaria solar…) y fotoenvejecimiento (arrugas, aspereza, coloración amarillenta, despigmentación moteada, telangiectasias…).

 

¿Qué filtro solar debemos utilizar?
La radiación solar se compone de diferentes partes: luz visible, luz ultravioleta (UV) e intrarrojos (IF). De forma simplificada, la radiación UV es la principal causante de los efectos nocivos de fotoenvejecimiento y fotocarcinogénesis. La radiación UV se distingue habitualmente en UVA, UVB y UVC, pero esta última normalmente no se menciona porque es detenida prácticamente en su totalidad por la capa de ozono. Por tanto, siempre que podamos, escogeremos un filtro solar que proteja tanto para la radiación UVB como UVA.

Si el filtro solar sólo lleva un número, y no se indica nada más, éste se refiere al factor de protección frente a los UVB. Si aparecen dos números, el primero indica el factor de protección frente a los UVB y el segundo, el factor de protección frente a los UVA.

 

¿Y para los niños?
Lo importante es fijarnos en el tipo de composición. Para los niños, lo recomendable es emplear uno a base de filtros físicos que actúan por dispersión. Reflejan totalmente la radiación solar impidiendo que esta penetre en la piel y produzca enrojecimiento, quemaduras, etc. No producen ningún tipo de reacción fotoquímica, por lo que son muy bien tolerados. Suelen ser menos cosméticos, es decir, son menos transparentes y tienden a dejar una coloración blanquecina al aplicarlos. Los filtros físicos más empleados son el óxido de titanio y el óxido de zinc. También es importante vestirlos de forma adecuada con gorro y gafas de sol.

Para los bebés, la mejor estrategia es no exponerlo al sol (salvo sus 20 minutos para sintetizar vitamina D que bien puede recibirlos a través de un cristal en casa). El bebé tiene una piel muy fina, y además, mayor proporción de superficie cutánea con respecto al peso que un niño mayor o adulto, es por esto que la absorción de los productos del protector solar es mucho mayor en él, y existe el riesgo de provocar irritaciones o alergias.

 

Recomendaciones
• Evite la exposición solar en las horas centrales del mediodía
• Expóngase progresivamente al sol y evite las quemaduras solares
• Renueve la aplicación de su protector solar con la frecuencia adecuada, especialmente, después de cada baño
• No utilice los fotoprotectores para realizar exposiciones más prolongadas
• Proteja a los niños con camiseta, gorra y gafas de sol
• Tenga en cuenta la reflexión de los rayos solares por el agua del mar y la arena
• El empleo de colonias, perfumes o desodorantes pueden interactuar con el sol y provocar alergias cutáneas o manchas permanentes. Es por ello que conviene evitar su uso cuando vayamos a la playa, o al menos el uso directo sobre la piel